“Les suplico, hermanos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en el mismo pensar y en un mismo propósito.” (1 Corintios 1.10, NVI)
Pablo a ver la amenaza de “rotura” o división [gr. squisma] en la iglesia sentía la necesidad de suplicar o exhortar a los hermanos por la autoridad de Jesús para que buscaron la unidad. En estos momentos algunas iglesias en nuestra familia se han dividido en facciones diciendo yo sigo a “Pórtland” o yo sigo al “ICOC”, (V. 1 Co 1:11-12). Necesitamos comprender la enseñanza de Pablo cuando resalte que ningún hombre ha muerto por nosotros sino Cristo quien no se puede dividir. En las últimas semanas ha sido muy triste como hermanos en Cristo se han dañado por seguir a hombres. Hemos visto mejores amigos y hasta familias quedar divididos, viéndose con tristeza cada uno del otro lado de la cisma. Algunos de Pórtland han justificado esta rotura citando a Jesús fuera de contexto en Lucas 12:49 al 53 donde Jesús dice que no había venido para traer paz a la tierra sino división. En hecho la escritura dice que familias serían divididos tres contra dos, pero la división que se formó por creer o no el mensaje del evangelio después que Él pasara por el bautismo (se refiere a su crucifixión). En ningún momento se habló de dividir creyentes que comparten las mismas convicciones básicas. Jesús jamás tuvo la intención de dividir a su iglesia, más bien su última oración en la tierra fue para que los creyentes alcanzarán a la “perfección en la unidad” para que el mundo reconociera que Él fue enviado por Dios (Juan 17:23). Hoy más que nunca necesitamos atender la exhortación de Pablo de estar “unidos en el mismo pensar y el mismo propósito”.
Los Pergaminos 