Autor:
El autor, de acuerdo con su propio testimonio, se llamaba, Juan y era testigo de las cosas que había visto (Apoc. 1:1-2). Entre los padres apostólicos no hubo disputo en cuanto a la autoría de Juan el hijo de Zebedeo y apóstol del Señor. Justino Mártir (d.165), Ireneo (c.180), Clemente de Alejandría (d.215) y Tertuliano (d.220) unánimemente nombraron Juan autor del cuarto evangelio y el Apocalipsis. Más adelante Eusebio (c.325) atribuyó el libro a otro Juan, el presbítero basado en un escrito el autor del segundo siglo, Papias. Para refutar una tradición temprana tan fuerte se necesitaría evidencia muy conveniente.
Una de las razones más citadas para rechazar que Juan el apóstol haya sido el autor de Apocalipsis es la gran diferencia entre el griego del cuarto evangelio y el griego de Apocalipsis.
El griego de Apocalipsis es tosco y falto de gramática. Se debe entender que el autor estaba tratando de poner en palabras humanas las visiones divinas que estaba experimentando por lo mismo su gramática y su vocabulario resultaban inadecuados. Además, probablemente él era de descendencia aramaica y tendría dificultades en expresarse en griego. Si al escribir el evangelio y las epístolas tuviera la ayuda de un escriba experto, pudo haber sido que el Apocalipsis escribiera él mismo, en este caso se explicarían fácilmente las diferencias entre el Apocalipsis y sus otras escritas. El relato en Hechos 4.13 dice que Juan era un hombre sin estudios y por si mismo probablemente hubiera sido incapaz de escribir en griego culto.
Razones que apoyan que Apocalipsis fue escrito por Juan el hijo de Zebedeo y Apóstol de Jesús:
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- Nadie más en la iglesia primitiva hubiera sido suficientemente conocido como para identificarse solo como «Juan».
- Muchos de los conceptos en Apocalipsis son comunes a los otros escritos de Juan. Por ejemplo, «logos» (palabra) como termino de Cristo solo se encuentra en Juan y Apocalipsis (Juan 1.1 y Apocalipsis 19.13). Otro ejemplo es el titulo «El Cordero» (Juan 1.29, 36; Apocalipsis 5.6). Ambos libros hacen la promesa de «Agua de Vida» para «el que tenga sed» (Juan 7.37f.; Apocalipsis 22.17)
Aunque no podemos saber con toda certeza que Apocalipsis no fue escrito por «otro Juan», no hay suficiente evidencia para cambiar el consenso de la iglesia primitiva.
Fecha:
Para entender cualquier libro del Nuevo Testamento es importante establecer la fecha en que fue escrito y sus contextos histórico y cultural. Un cuanto el libro de Apocalipsis estos consideraciones pueden ser determinativo para poder decidir entre los diferentes métodos de interpretación del libro.
El libro de Apocalipsis fue escrito durante un tiempo de persecución y prueba para las iglesias que la recibieron. Parece que fue escrito con el propósito de animar a los creyentes para los tiempos dificiles que estaban a punto de comenzar.
La mayor parte de los comentaristas creen que el crisis descrito en Apocalipsis requiere que lo identificamos con uno de las persecuciones imperiales de los emperadores Romanos. En todo, hubieron diez emperadores que persiguieron a los Cristianos. De estos solamente dos lo hicieron durante la vida de Juan – Nerón, quien reinó entre 54 a 68 d.C. y Domiciano, quien reinó entre 81 a 96 d.C.
La mayor parte de los eruditos modernos aceptan una fecha tardía, durante el era de Domiciano, para Apocalipsis poniendolo alrededor del 96 d.C. Pero también hay buenos argumentos para la fecha temprana (durante la persecución de Nerón).
Razones a favor de la fecha temprana
Hay algunas evidencias internas que apoyan la fecha temprana en el era de Nerón entre los cuales están el aparente existencia del templo en Jerusálen en el tiempo en que fue escrito (11.1-2) y la tensión entre la iglesia y los judíos, ambos hubieron cambiado en el año 70 d.C. cuando Jerusálen fue destruyido.
Etas evidencias son inconclusivas puesto que el templo en capítulo 11 es parte de una visión simbolica y no necesariamente hubiera tenido que ser visto antes de la destrución del templo terrenal.
Quizás el argumento más importante para una fecha temprana sería el pasaje en Apocalipsis 17.10, la cual habla del Rey que está en poder al tiempo de ser escrito. «También son siete reyes: cinco han caído, uno es y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que permanezca un poco de tiempo (Apoc 17:10). Según la escritura el libro de Apocalipsis fue escrito durante el reinado del sexto emperador de Roma. Dependiendo como cuentan los emperadores Nerón o Vespasiano es el emperador Romana número seis (Algunos aceptan a Julio César como el primer emperador – haciendo Nerón César #6 otros comienzan la cuentas desde Augusto, quien fue el primer emperador oficial, en este caso emperador #6 es Vespasiano), poniendo la fecha del libro entre 54 y 79 d.C..
Razones a favor de la fecha tardía
la mayor parte de los estudiosos aceptan 95-96 d.C. Juan explica en Apocalipsis 1:9 que se encontraba en la isla de Patmos debido a la predicación del mensaje de Jesús. Según Ireneo, obispo de la iglesia de Lyón, Francia y alumno de Policarpo, discípulo de Juan escribió en 175 d.C. que el exilio de Juan a Patmos era durante el reinado de Domiciano (81-96 d.C).
La tradición de la iglesia primitiva es un testimonio muy importante, pero casi todo el trabajo de Ireneo en su griego original ha sido destruido y las traducciones antiguas en latín han sido criticados por su falta de claridad.
Tarde o Temprano Estás en Buena Compania
La fecha de Apocalipsis ha sido mu discutido, si aceptamos la fecha temprana entonces el libro de Apocalipsis es profético en el sentido común anticipando el período de persecución bajo Domiciano. Si rechazamos la fecha temprana y aceptamos la fecha tradicional de 95 d.C. rechazamos la naturaleza predicativa de Apocalipsis y el autor estaría simplemente describiendo lo que estaba pasando en ese momento. Hay argumentos buenos para cualquier para una fecha temprana o por la fecha tradicional tardía, tu debes escoger la que te convence a ti.
Personalmente pienso que Apocalipsis fue escrito durante el epoca de Vespasiano. El sufrimiento bajo Nerón todavía estaba fresco en sus mientes y Dios por medio de Juan estaba preparando a los cristianos para una persecución aún más grande bajo Domiciano. También tiene sentido porque «el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que permanezca un poco de tiempo« puede ser Tito, hijo de Vespasiano quien reino de 79 al 81 d.C., el tiempo más corto entre los emperadores de Roma.
[Nota: Gordon Ferguson, Maestro y Anciano en la iglesia de Cristo en Boston en su libro Mine Eyes Have Seen the Glory, apoya la fecha tardía mientras, Dr. Steve Kinnard, Maestro en la iglesia de Cristo en la ciudad de Nueva York escoja la fecha temprana en el reinado de Vespasiano 69 – 79 d.C. (666, Armageddon, the Antichrist and Other Apocalyptic Mysteries). Dr. Douglas Jacoby en su Audio series, Revelation and the End of the World, también apoya la fecha temprana poniendolo en el reinado de Vespasiano 69 – 79 d.C.. Las tres posiciones tienen merito exegético.]
porfa deve haber un resumen todo sobre el apocalipsis
para asi facilitar las tareas de los alumnos y la gente k le gusta investigar
hola!
Pues les agradesco por ayudarnos
con esta informacion, ya que es de mucha ayuda para
algunos gracias
y espero seguir aprendiendo mas
¿quiero saber todo lo del apocalipse su concepto y lo mas importamte?
Hola, estaba consultando por la fecha de Apocalipsis, porque personalmente soy preterista. Tengo un blog y estaba escribiendo acerca del capitulo 12 de apocalipsis.
Bendiciones
Perdón, no soy preterista, ¡Que espanto!
Acabo de leer el comentario anterior y me parece que tipié mal.
😉
La autoría del Apocalipsis (Año 96 d.c.), se le atribuye al apóstol Juan, segun escritos de primeros autores cristianos como Justino, Ireneo, Tertuliano, Clemente y Orígenes. También Polícrates, un obispo de Efeso del II siglo, menciona la posición de Juan apóstol como mártir y maestro, y más el hecho de que él descansa en Efeso.
Aparte de toda duda, el autor tiene que ser alguien que tenía un alto conocimiento de la vida del Señor y de su ministerio y tenía un lugar de liderazgo dentro de las primeras iglesias cristianas de Asia.
Un testimonio de Victoriano del siglo III (finales): «Cuando Juan escribió estas cosas, él estaba en la isla de Patmos, condenado a las minas por el Emperador Domiciano (terror de la aristocracia y perseguidor de cristianos), allí escribió él el A., y cuando más tarde envejeció, pensó que recibiría su liberación a través del sufrimiento; pero habiendo muerto Domiciano, fue liberado». También hay otros tesimonios que van en la misma línea.
S MUY INTERESANTE ., PERO NO CREO EN ESO
bueno creo que segun ami criterio tengo algunas dudas mas el por que de usar imagenes, y los colores por ejemplo quiero saber con profundidad.
bueno yo solo me gusta embestigar me gustaria seguir aciendolo grasia bendiciones
De antemano muchas gracias por el estudio pero quiero saber mas sobre los secretos del libro mas controvercial que es el apocalipis.
mi numero es 088804596 tengo un grupo musical si estan interesaos llamenos
El grupo se lllama TRINOS somos de Guayaquil _ Ecuador
el correo trinosgrupo777@hotmail.com
no entiendoi
aqui encontre todo
soy MARISOL y me parese que esto es muy interesante de hecho todo lo que hay en la Bibli es interesante x k viene de El mas Hermoso ser que es Dios y estoy feliz por eso
que lindo es hablar de Dios y aqui se habla de El me parese super…….
miguel angel ruano.recivan mi cordial felicitasion por tan presioza enseñanza que mi Dios les continue iluminando para esta causa.
hola soy narda catañeda…soy sierva del dios altisimo..e tenido la gracia de pertenecer a lo espirtual..por la gracia de dios…y mira esta bien la biblia y lo que habla es bueno..muchas bendicines…es lo bueno para nosotros…..
Me gustaria que me ayudaran a entenderr algo que no tengo claro .Por que se dise que el mensaje es para la iglesia si el mensaje lo resibe el angel que esta en esa igklesia.
que aburridoooooooooooooo
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Libro bíblico número 66: Revelación
Escritor: El apóstol Juan
Dónde se escribió: Patmos
Cuándo se completó: c. 96 E.C.
¿TIENEN las representaciones simbólicas de Revelación o Apocalipsis el propósito de aterrorizar? ¡De ningún modo! El cumplimiento de la profecía puede aterrorizar a los inicuos, pero los siervos fieles de Dios concuerdan con la introducción inspirada: “Feliz es el que lee en voz alta, y los que oyen, las palabras de esta profecía”, y el comentario que hizo el ángel al final: “Feliz es cualquiera que observa las palabras de la profecía de este rollo”. (Rev. 1:3; 22:7.) Aunque Revelación se escribió antes de los otros cuatro libros inspirados de Juan, correctamente se le coloca último en la colección de 66 libros inspirados que componen nuestra Biblia, pues la Revelación lleva a sus lectores al futuro lejano mientras provee una visión sumamente abarcadora de lo que Dios se propone para la humanidad, y eso lleva a gloriosa culminación el grandioso tema de la Biblia: la santificación del nombre de Jehová y la vindicación de su soberanía por medio del Reino bajo Cristo, la Descendencia Prometida.
2 Según el versículo en que se basa el título del libro, este es “una revelación por Jesucristo, que Dios le dio […] Y él envió a su ángel y mediante este la presentó en señales a su esclavo Juan”. De modo que Juan fue simplemente el escritor de la materia, no quien la originó. Por lo tanto, Juan no es el revelador, ni es el libro una revelación de Juan (1:1). Este hecho de que al esclavo de Dios se le revelen los maravillosos propósitos de Dios para el futuro hace muy apropiado el título del libro, pues su nombre griego, A·po·ká·ly·psis (Apocalipsis), significa “quitar la cubierta” o “develar (quitar el velo)”.
3 ¿Quién fue este Juan de quien en el primer capítulo de Revelación se dice que fue el escritor de ese libro? Se nos dice que era esclavo de Jesucristo, así como hermano en la fe y partícipe en la tribulación, y que estaba desterrado en la isla de Patmos. Es evidente que era bien conocido por sus primeros lectores, pues no hacía falta nada más que lo identificara. Tiene que haber sido el apóstol Juan. La mayoría de los historiadores de la antigüedad apoyan esta conclusión. Se dice que Papías, quien escribió en la primera parte del siglo II E.C., sostuvo que el libro era de origen apostólico. Justino Mártir, del siglo II, dice en su “Diálogo con el judío Trifón” (LXXXI): “Había un hombre con nosotros, de nombre Juan, uno de los apóstoles de Cristo, que profetizó, mediante una revelación que se le hizo”. Ireneo dice explícitamente que el apóstol Juan fue el escritor, y también lo hacen Clemente de Alejandría y Tertuliano, de fines del siglo II y principios del siglo III. Orígenes, notable escriturario del siglo III, dijo: “[Hablo] de aquel que se recostó sobre el pecho de Jesús, Juan, quien ha dejado un Evangelio, […] y también escribió el Apocalipsis”.
4 El hecho de que los demás escritos de Juan recalquen mucho el amor no quiere decir que no pudo haber escrito la muy enérgica y vigorosa Revelación. Él y su hermano Santiago fueron los que se indignaron tanto contra los samaritanos de cierta ciudad que quisieron hacer bajar fuego del cielo. Por eso recibieron el apodo “Boanerges” o “Hijos del Trueno”. (Mar. 3:17; Luc. 9:54.) La diferencia de estilo no debe causar ninguna dificultad si recordamos que en Revelación el asunto que se trata es diferente. Lo que Juan vio en las visiones difirió de todo cuanto había visto antes. La armonía sobresaliente del libro con lo restante de las Escrituras proféticas prueba indiscutiblemente que es parte auténtica de la Palabra inspirada de Dios.
5 De acuerdo con el testimonio más antiguo, Juan escribió la Revelación alrededor de 96 E.C., unos 26 años después de la destrucción de Jerusalén. Esto sería hacia fines del reinado del emperador Domiciano. Como verificación de esto, Ireneo en su “Tratado contra las herejías” (V, xxx) dice del Apocalipsis: “Pues [tal visión] no se vio hace mucho tiempo, sino casi en nuestros días, a fines del reinado de Domiciano”. Tanto Eusebio como Jerónimo concuerdan con este testimonio. Domiciano era hermano de Tito, quien dirigió a los ejércitos romanos para destruir Jerusalén. Llegó a ser emperador cuando murió Tito, 15 años antes de escribirse el libro de Revelación. Exigió para sí adoración como dios y asumió el título Dominus et Deus noster (que significa: “Nuestro Señor y Dios”). El adorar al emperador no perturbó a los que adoraban dioses falsos, pero los cristianos primitivos no podían participar en aquello, y rehusaron transigir en cuanto a su fe respecto a este punto. Por eso, hacia fines de la gobernación de Domiciano (81-96 E.C.) les sobrevino una severa persecución a los cristianos. Se cree que Domiciano desterró a Juan a Patmos. Cuando Domiciano fue asesinado en 96 E.C., su sucesor fue un emperador más tolerante, Nerva, y parece que puso en libertad a Juan. Fue durante el aprisionamiento de Juan en Patmos cuando recibió las visiones que puso por escrito.
6 Hay que comprender que lo que Juan vio y se le dijo que escribiera a las congregaciones no fue simplemente una serie de visiones inconexas, escritas sin orden ni concierto. No; todo el libro de Revelación, de principio a fin, nos presenta un cuadro coherente de cosas por venir, mientras pasa de una visión a otra hasta que al final de las visiones se alcanza la revelación total de los propósitos del Reino de Dios. Por lo tanto, debemos ver el libro de Revelación como una unidad compuesta de partes relacionadas y armoniosas que nos transportan al futuro lejano desde el tiempo de Juan. Después de la introducción (Rev. 1:1-9), se puede considerar que el libro está dividido en 16 visiones: 1) 1:10–3:22; 2) 4:1–5:14; 3) 6:1-17; 4) 7:1-17; 5) 8:1–9:21; 6) 10:1–11:19; 7) 12:1-17; 8) 13:1-18; 9) 14:1-20; 10) 15:1–16:21; 11) 17:1-18; 12) 18:1–19:10; 13) 19:11-21; 14) 20:1-10; 15) 20:11–21:8; 16) 21:9–22:5. A estas visiones les sigue una conclusión motivadora, en la cual hablan Jehová, Jesús, el ángel y Juan mientras hacen su última contribución como los principales en el conducto de comunicación (22:6-21).
CONTENIDO DE REVELACIÓN
7 La introducción (1:1-9). Juan explica la Fuente divina y la parte angelical del conducto por el cual se da la revelación, y pasa a dirigirse a los miembros de las siete congregaciones que están en el distrito de Asia. Jesucristo ha hecho ‘que ellos sean un reino, sacerdotes para su Dios y Padre’, Jehová Dios, el Todopoderoso. Juan les recuerda que él es partícipe con ellos “en la tribulación y reino y aguante en compañía con Jesús” mientras está desterrado en exilio en Patmos (1:6, 9).
8 Los mensajes a las siete congregaciones (1:10–3:22). Al empezar la primera visión, Juan se encuentra por inspiración en el día del Señor. Una voz poderosa, como de trompeta, le dice que escriba en un rollo lo que ve y que lo envíe a las siete congregaciones, en Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. Al volverse hacia la voz, Juan ve a “alguien semejante a un hijo de hombre” en medio de siete candelabros, con siete estrellas en la mano derecha. Este dice que es “el Primero y el Último”, Aquel que llegó a estar muerto pero que ahora vive para siempre jamás, y que tiene las llaves de la muerte y del Hades. Por lo tanto, es Jesucristo resucitado. Explica: “Las siete estrellas significan los ángeles de las siete congregaciones, y los siete candelabros significan siete congregaciones” (1:13, 17, 20).
9 A Juan se le dice que escriba al ángel de la congregación de Éfeso, la cual, a pesar de su labor y aguante, además de negarse a soportar a hombres malos, ha dejado su primer amor y debe arrepentirse y efectuar los hechos de antes. Se dice a la congregación de Esmirna que, a pesar de la tribulación y la pobreza, en realidad es rica y no debe tener miedo: “Pruébate fiel hasta la misma muerte, y yo te daré la corona de la vida”. La congregación de Pérgamo, que mora “donde está el trono de Satanás”, sigue teniendo firmemente asido el nombre de Cristo, pero hay apóstatas en ella, y estos tienen que arrepentirse para que Cristo no guerree contra ellos con la espada larga de su boca. En Tiatira la congregación tiene “amor y fe y ministerio y aguante”, pero tolera a “aquella mujer Jezabel”. No obstante, los fieles que se mantengan firmes recibirán “autoridad sobre las naciones” (2:10, 13, 19, 20, 26).
10 La congregación de Sardis tiene la reputación de estar viva, pero está muerta porque sus hechos no están plenamente ejecutados ante Dios. Sin embargo, a los que venzan no se les borrará su nombre del libro de la vida. La congregación de Filadelfia ha guardado la palabra de Cristo, así que él promete guardar a aquella congregación “de la hora de prueba, que ha de venir sobre toda la tierra habitada”. Cristo hará que el que venza sea una columna en el templo de Su Dios. Dice Cristo: “Sobre él escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén […] y ese nuevo nombre mío”. Tras aludir a sí mismo como “el principio de la creación por Dios”, Cristo dice a la congregación laodicense que no es ni caliente ni fría y que la va a vomitar de su boca. Aunque se jactan de tener riquezas, los de esa congregación son en verdad pobres, ciegos y desnudos. Necesitan prendas de vestir exteriores blancas y pomada para los ojos, para que vean. Cristo entrará y luego cenará con el que le abra la puerta. Al que venza, Cristo le concederá sentarse con él en su trono, así como él se ha sentado con su Padre en Su trono (3:10, 12, 14).
11 La visión de la santidad y gloria de Jehová (4:1–5:14). La segunda visión nos lleva ante el esplendoroso trono celestial de Jehová. La escena es de deslumbrante hermosura, con el brillo como el de piedras preciosas. Alrededor del trono se sientan 24 ancianos que llevan coronas. Cuatro criaturas vivientes atribuyen santidad a Jehová, y él recibe adoración y es digno “de recibir la gloria y la honra y el poder” porque es el Creador de todas las cosas (4:1, 11).
12 ‘El que está sentado sobre el trono’ tiene un rollo con siete sellos. Pero ¿quién es digno de abrir el rollo? ¡Solo “el León que es de la tribu de Judá, la raíz de David”, es digno de abrirlo! Este, quien es también “el Cordero que fue degollado”, toma el rollo de la mano de Jehová (5:1, 5, 12).
13 El Cordero abre seis sellos del rollo (6:1–7:17). Ahora empieza la tercera visión. El Cordero pasa a abrir los sellos. Primero, un jinete de un caballo blanco sale “venciendo y para completar su victoria”. Entonces el jinete que va sobre un caballo de color de fuego quita de la tierra la paz, y otro que monta un caballo negro raciona granos. Montado sobre un caballo pálido va el jinete Muerte, y el Hades sigue de cerca. Se abre el quinto sello y se ve a “los que habían sido degollados a causa de la palabra de Dios” pidiendo que su sangre sea vengada (6:2, 9). Al abrirse el sexto sello hay un gran terremoto, se oscurecen el sol y la luna, y los poderosos de la tierra piden a las montañas que caigan sobre ellos y los escondan de Jehová y de la ira del Cordero.
14 Después de esto empieza la cuarta visión. Se ve a cuatro ángeles reteniendo los cuatro vientos de la tierra hasta que se selle en la frente a los esclavos de Dios. Estos ascienden a 144.000. Luego Juan ve una incontable gran muchedumbre de personas de todas las naciones que, de pie delante de Dios y del Cordero, les atribuyen salvación; estas sirven día y noche en el templo de Dios. El Cordero mismo ‘las pastoreará y guiará a fuentes de aguas de vida’ (7:17).
15 Se abre el séptimo sello (8:1–12:17). Hay silencio en el cielo. Entonces se entregan siete trompetas a los siete ángeles. El toque de las primeras seis trompetas compone la quinta visión.
16 Al tocarse sucesivamente las primeras tres trompetas, llueven calamidades sobre la tierra, el mar, los ríos y las fuentes de aguas. Al toque de la cuarta trompeta, una tercera parte del sol, la luna y las estrellas se oscurece. Al sonido de la quinta, una estrella procedente del cielo deja salir una plaga de langostas que ataca a los “que no tienen el sello de Dios en la frente”. Este es “el primer ay”, y dos más vienen. La sexta trompeta anuncia la desatadura de cuatro ángeles que salen a matar. “Dos miríadas de miríadas” de jinetes traen más calamidad y degüello, pero todavía los hombres no se arrepienten de sus hechos malos (9:4, 12, 16).
17 Al empezar la sexta visión, otro ángel fuerte desciende del cielo y declara que, “en los días de dar el toque el séptimo ángel, […] el secreto sagrado de Dios, según las buenas nuevas” ha de quedar terminado. Juan recibe un rollito para que se lo coma. Este es “dulce como la miel” en su boca, pero le amarga el vientre (10:7, 9). Dos testigos profetizan 1.260 días vestidos de saco; entonces los mata “la bestia salvaje que asciende del abismo”, y sus cadáveres quedan tres días y medio “en el camino ancho de la gran ciudad”. Los que moran en la tierra se regocijan sobre ellos, pero esto se convierte en temor cuando Dios los levanta a la vida. En aquella hora hay un gran terremoto. “El segundo ay ha pasado” (11:7, 8, 14).
18 Ahora el séptimo ángel toca su trompeta. Voces celestiales anuncian: “El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo”. Los “veinticuatro ancianos” adoran a Dios y dan gracias, pero las naciones se aíran. Es el tiempo señalado de Dios para juzgar a los muertos y galardonar a sus santos, y “para causar la ruina de los que están arruinando la tierra”. Se abre el santuario de Su templo, y en él se ve el arca de su pacto (11:15, 16, 18).
19 Después de anunciarse el establecimiento del Reino, en seguida la séptima visión muestra “una gran señal” en el cielo. Es una mujer que da a luz “un hijo, un varón, que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro”. “Un dragón grande de color de fuego” está listo para devorar al niño, pero el niño es arrebatado hacia el trono de Dios. Miguel guerrea contra el dragón y arroja abajo a la tierra a esta “serpiente original, el que es llamado Diablo y Satanás”. “¡Ay de la tierra[!]” El dragón persigue a la mujer, y se va para guerrear contra los restantes de la descendencia de ella (12:1, 3, 5, 9, 12; 8:13).
20 La bestia salvaje procedente del mar (13:1-18). La octava visión muestra ahora que del mar asciende una bestia salvaje que tiene siete cabezas y diez cuernos. Esta obtiene su poder del dragón. Una de sus cabezas fue como muerta por degüello, pero sanó, y toda la tierra admiró a la bestia. Habla blasfemias contra Dios y hace guerra contra los santos. Pero, ¡mire!, Juan ve otra bestia salvaje, y esta asciende de la tierra. Tiene dos cuernos como un cordero, pero empieza a hablar como un dragón. Extravía a los habitantes de la tierra y les dice que hagan una imagen a la primera bestia salvaje. Todos se ven obligados a adorar esa imagen o ser muertos. Sin la marca o el número de la bestia salvaje, nadie puede comprar o vender. Su número es 666.
21 Las “buenas nuevas eternas” y mensajes relacionados (14:1-20). Por alegre contraste, en la novena visión Juan ve al Cordero sobre el monte Sión, y con él hay 144.000 que tienen en la frente el nombre del Cordero y el del Padre. Estos “están cantando como si fuera una canción nueva delante del trono”, tras haber sido “comprados de entre la humanidad como primicias para Dios y para el Cordero”. Otro ángel aparece en medio del cielo con “buenas nuevas eternas que declarar como noticias gozosas” a toda nación y proclama: “Teman a Dios y denle gloria”. Y otro ángel anuncia: “¡Babilonia la Grande ha caído!”. Otro ángel, un tercero, proclama que los que adoran a la bestia salvaje y a su imagen beberán de la ira de Dios. Uno “semejante a un hijo del hombre” mete su hoz, y otro ángel también mete su hoz y vendimia la vid de la tierra, tras lo cual la arroja en “el gran lagar de la cólera de Dios”. Mientras se pisa el lagar fuera de la ciudad, sale sangre hasta la altura de los frenos de los caballos, “por una distancia de mil seiscientos estadios” (unos 296 kilómetros [184 millas]) (14:3, 4, 6-8, 14, 19, 20).
22 Los ángeles con las últimas siete plagas (15:1–16:21). La décima visión comienza con otro vislumbre del tribunal celestial. Los que han obtenido la victoria sobre la bestia salvaje glorifican a Jehová, el “Rey de la eternidad”, por sus grandes y maravillosas obras. Siete ángeles salen del santuario celestial y reciben siete tazones de oro llenos de la cólera de Dios. Los primeros seis son derramados sobre la tierra, el mar, los ríos y las fuentes de aguas, así como sobre el sol, el trono de la bestia salvaje y el río Éufrates, con lo cual se seca su agua para dar paso a “los reyes procedentes del nacimiento del sol”. Expresiones demoníacas reúnen a ‘los reyes de toda la tierra habitada para la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso’ en Har–Magedón. El séptimo tazón es derramado sobre el aire, y en medio de aterradores fenómenos naturales la gran ciudad se divide en tres partes, las ciudades de las naciones caen, y Babilonia recibe ‘la copa del vino de la cólera de la ira de Dios’ (15:3; 16:12, 14, 19).
23 El juicio de Dios sobre Babilonia; las bodas del Cordero (17:1–19:10). Empieza la undécima visión. ¡Mire! Es el juicio de Dios sobre “Babilonia la Grande, la madre de las rameras”, “con quien los reyes de la tierra cometieron fornicación”. Borracha con la sangre de los santos, ella cabalga sobre una bestia salvaje de color escarlata que tiene siete cabezas y diez cuernos. Esta bestia “era, pero no es, y, no obstante, está para ascender del abismo”. Sus diez cuernos combaten contra el Cordero, pero él los vence porque es “Señor de señores y Rey de reyes”. Los diez cuernos se vuelven contra la ramera y la devoran, y con el comienzo de la duodécima visión otro ángel, cuya gloria alumbra la tierra, proclama: “¡Ha caído! ¡Babilonia la Grande ha caído!”. Al pueblo de Dios se le ordena que salga de ella, para que no reciba parte de sus plagas. Los reyes y otros poderosos de la tierra lloran por ella y dicen: “¡Qué lástima, qué lástima, tú, la gran ciudad, Babilonia la fuerte ciudad, porque en una sola hora ha llegado tu juicio!”. Sus grandes riquezas han quedado devastadas. Como se arroja una gran piedra de molino al mar, así con lanzamiento veloz Babilonia ha sido arrojada abajo, para nunca más volver a ser hallada. ¡Por fin ha sido vengada la sangre de los santos de Dios! Cuatro veces el cielo resuena con el llamado: “¡Alaben a Jah!”. ¡Alaben a Jah porque ha ejecutado juicio sobre la gran ramera! ¡Alaben a Jah porque Jehová ha empezado a reinar! ¡Regocíjense y llénense de gran gozo porque “han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (17:2, 5, 8, 14; 18:2, 10; 19:1, 3, 4, 6, 7)!
24 El Cordero guerrea con justicia (19:11–20:10). En la decimotercera visión el “Rey de reyes y Señor de señores” dirige a ejércitos celestiales en guerra justa. Reyes y hombres fuertes llegan a ser carroña para las aves del cielo, y la bestia salvaje y el falso profeta son arrojados vivos en el lago de fuego que arde con azufre (19:16). Al comenzar la decimocuarta visión se ve a un ángel que ‘desciende del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano’. “Al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás”, se le prende y entonces se le ata por mil años. Los que tienen parte en la primera resurrección llegan a ser ‘sacerdotes de Dios y del Cristo y reinan con él por los mil años’. Después de eso Satanás será soltado y saldrá a extraviar a las naciones de la tierra, pero sus seguidores serán destruidos y él será arrojado al lago de fuego (20:1, 2, 6).
25 El Día del Juicio y la gloria de la Nueva Jerusalén (20:11–22:5). Sigue entonces la emocionante decimoquinta visión. Los muertos, grandes y pequeños, son juzgados ante el gran trono blanco de Dios. La muerte y el Hades son arrojados al lago de fuego, que “significa la muerte segunda”, y con ellos se arroja a cualquiera a quien no se halle escrito en el libro de la vida. La Nueva Jerusalén desciende del cielo, y Dios reside en tienda con la humanidad y limpia toda lágrima de los ojos de esta. ¡No hay más muerte, lamento, clamor ni dolor! Sí, Dios va a “hacer nuevas todas las cosas”, y confirma su promesa diciendo: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Los que venzan heredarán estas cosas, pero no los cobardes, ni los que carecen de fe, ni los que son inmorales o practican espiritismo o idolatría (20:14; 21:1, 5).
26 Ahora, en la decimosexta y última visión, a Juan se le muestra “la esposa del Cordero”, la Nueva Jerusalén, con sus 12 puertas y 12 piedras de fundamento que tienen los nombres de los 12 apóstoles. Es cuadrangular, y su majestuoso esplendor se representa por el jaspe, el oro y las perlas que hay en ella. Jehová y el Cordero son el templo de esta ciudad, y también son su luz. Solamente los que estén escritos en el rollo de la vida del Cordero pueden entrar en ella (21:9). Un río puro de agua de vida sale del trono y baja por el camino ancho de la ciudad, y a cada lado hay árboles de vida que producen nuevas cosechas de fruto cada mes y que tienen hojas para curación. El trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad, y los esclavos de Dios verán Su rostro. “Jehová Dios arrojará luz sobre ellos, y reinarán para siempre jamás” (22:5).
27 La conclusión (22:6-21). Se da la seguridad: “Estas palabras son fieles y verdaderas”. ¡Felices, en verdad, son los que observan las palabras de la profecía! Tras haber oído y visto estas cosas, Juan cae para adorar al ángel, quien le recuerda que adore solamente a Dios. No deben sellarse las palabras de la profecía, “porque el tiempo señalado está cerca”. Felices son los que consiguen entrada en la ciudad, pues afuera están los sucios y “todo aquel a quien le gusta la mentira y se ocupa en ella”. Jesús declara que él mismo envió este testimonio a las congregaciones por medio de su ángel, y que es “la raíz y la prole de David, y la brillante estrella de la mañana”. “Y el espíritu y la novia siguen diciendo: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que oiga, diga: ‘¡Ven!’. Y cualquiera que tenga sed, venga; cualquiera que desee, tome gratis el agua de la vida.” Y que nadie añada ni quite de las palabras de esta profecía, para que no se le quite su porción “de los árboles de la vida y de la santa ciudad” (22:6, 10, 15-17, 19).
POR QUÉ ES PROVECHOSO
28 ¡Qué gloriosa conclusión suministra el libro de Revelación para la colección inspirada de 66 libros de la Biblia! Nada se ha omitido. No hay cabos sin atar. Ahora vemos claramente tanto el grandioso final como el principio. La última parte de la Biblia cierra el registro que empezó en la primera parte. Tal como Génesis 1:1 describió la creación de los cielos y Tierra materiales por Dios, así Revelación 21:1-4 describe un nuevo cielo y una nueva tierra y las bendiciones inconmensurables que le vendrán a la humanidad, como se profetizó también en Isaías 65:17, 18; 66:22, y 2 Pedro 3:13. Tal como se le dijo al primer hombre que positivamente moriría si desobedecía, así Dios positivamente garantiza que en el caso de los obedientes “la muerte no será más”. (Gén. 2:17; Rev. 21:4.) Cuando la Serpiente apareció al principio y engañó a la humanidad, Dios predijo el magullamiento de la cabeza de la Serpiente, y la Revelación muestra cómo se arroja finalmente a la destrucción a la serpiente original, que es el Diablo y Satanás. (Gén. 3:1-5, 15; Rev. 20:10.) Mientras que el hombre desobediente fue echado de donde estaba el árbol de la vida edénico, árboles de vida simbólicos aparecen “para la curación de las naciones” que componen la humanidad obediente. (Gén. 3:22-24; Rev. 22:2.) Tal como un río salía de Edén para regar el jardín, así se describe un río simbólico, dador de vida y sustentador de vida, que fluye del trono de Dios. Esto es un paralelo de la visión anterior de Ezequiel, y también nos recuerda las palabras de Jesús acerca de “una fuente de agua que brotará para impartir vida eterna”. (Gén. 2:10; Rev. 22:1, 2; Eze. 47:1-12; Juan 4:13, 14.) En contraste con el ser echados de la presencia de Dios, como les ocurrió al primer hombre y la primera mujer, los fieles vencedores verán Su rostro. (Gén. 3:24; Rev. 22:4.) ¡De veras es provechoso considerar estas emocionantes visiones de Revelación!
29 Observe, también, cómo enlaza Revelación las profecías respecto a la inicua Babilonia. Isaías había previsto la caída de la Babilonia literal mucho antes de que sucediera, y había declarado: “¡Ha caído! ¡Babilonia ha caído!”. (Isa. 21:9.) Jeremías también profetizó contra Babilonia. (Jer. 51:6-12.) Pero la Revelación habla simbólicamente de “Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra”. Ella también tiene que ser derribada, y Juan lo ve en visión y declara: “¡Ha caído! ¡Babilonia la Grande ha caído!”. (Rev. 17:5; 18:2.) ¿Recuerda usted la visión de Daniel sobre un reino establecido por Dios que triturará a los demás reinos y subsistirá “hasta tiempos indefinidos”? Observe cómo enlaza eso con la proclamación celestial que hay en Revelación: “El reino del mundo sí llegó a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará para siempre jamás”. (Dan. 2:44; Rev. 11:15.) Y tal como la visión de Daniel describió a ‘alguien como un hijo del hombre que venía con las nubes del cielo para recibir una gobernación duradera y dignidad y reino’, así Revelación identifica a Jesucristo como “El Gobernante de los reyes de la tierra” que “viene con las nubes” y dice que “todo ojo le verá”. (Dan. 7:13, 14; Rev. 1:5, 7.) También deben observarse algunos paralelos entre las bestias de las visiones de Daniel y las bestias de Revelación. (Dan. 7:1-8; Rev. 13:1-3; 17:12.) La Revelación de veras proporciona un extenso campo de estudio para fortalecer la fe.
30 ¡Qué maravillosa visión múltiple sobre el Reino de Dios suministra la Revelación! Enfoca brillantemente lo que los profetas de la antigüedad y Jesús y sus discípulos dijeron acerca del Reino. Tenemos aquí la vista terminada de la santificación del nombre de Jehová por medio del Reino: “Santo, santo, santo es Jehová Dios, el Todopoderoso”. Él es digno de “recibir la gloria y la honra y el poder”. En verdad, es quien ‘toma su gran poder y empieza a reinar’ mediante Cristo. ¡Cuánto celo manifiesta este Hijo real, el “Rey de reyes y Señor de señores”, mientras hiere a las naciones y pisa “el lagar de vino de la cólera de la ira de Dios el Todopoderoso”! Al acercarse a su culminación el grandioso tema bíblico de la vindicación de Jehová, se hace resaltar que toda persona y todas las cosas que participan en sus propósitos del Reino tienen que ser santos. Del Cordero, Jesucristo, que “tiene la llave de David”, se dice que es santo, y también lo son los ángeles del cielo. Se dice que los que tienen parte en la primera resurrección son ‘felices y santos’, y se recalca que “cualquier cosa que no sea sagrada, y cualquiera que se ocupe en una cosa repugnante” no entrará de ningún modo en “la santa ciudad de Jerusalén”. Los que han sido comprados con la sangre del Cordero para ‘que sean un reino y sacerdotes para nuestro Dios’ reciben así un poderoso estímulo para mantenerse santos ante Jehová. También la “gran muchedumbre” tiene que ‘lavar sus ropas largas y emblanquecerlas en la sangre del Cordero’ para poder rendir servicio sagrado. (Rev. 4:8, 11; 11:17; 19:15, 16; 3:7; 14:10; 20:6; 21:2, 10, 27; 22:19; 5:9, 10; 7:9, 14, 15.)
31 La visión de este magnífico y santo Reino de Dios se cristaliza en nuestra mente mientras notamos ciertos rasgos que solo se nos presentan en el libro de Revelación. Aquí tenemos la visión completa de los herederos del Reino en el monte Sión junto con el Cordero, cantando una canción nueva que solamente ellos pueden dominar. Solo el libro de Revelación nos dice el número de los que son comprados de la tierra para entrar en el Reino —144.000— y que estos son sellados de las 12 tribus simbólicas del Israel espiritual. Únicamente la Revelación muestra que estos ‘sacerdotes y reyes’, partícipes con Cristo en la primera resurrección, también gobernarán con él “por los mil años”. Solamente la Revelación nos da la vista completa de “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén”, y muestra su radiante gloria, que Jehová y el Cordero son su templo, las 12 puertas y piedras de fundamento que tiene, y los reyes que reinan en ella para siempre bajo la luz eterna que Jehová arroja sobre ellos (14:1, 3; 7:4-8; 20:6; 21:2, 10-14, 22; 22:5).
32 Verdaderamente se puede decir que esta visión del “nuevo cielo” y “la santa ciudad, la Nueva Jerusalén”, resume todo lo que las Escrituras han predicho desde tiempos antiguos acerca de la Descendencia relacionada con el Reino. Abrahán esperaba una descendencia por la cual ‘todas las familias de la tierra ciertamente se bendecirían’ y “la ciudad que tiene fundamentos verdaderos, cuyo edificador y hacedor es Dios”. Ahora, en la visión de Revelación, se nos dice claramente que esta ciudad de bendición es el “nuevo cielo”: un nuevo gobierno, el Reino de Dios, compuesto de la Nueva Jerusalén (la novia de Cristo) y su Novio. Juntos administrarán un gobierno justo sobre toda la Tierra. Jehová promete a los de la humanidad fiel que pueden llegar a ser “sus pueblos” en una condición feliz, sin pecado ni muerte, como la condición en que se halló el hombre antes de la rebelión que hubo en Edén. Y para hacerlo resaltar, la Revelación nos dice dos veces que Dios “limpiará toda lágrima de los ojos de ellos”. (Gén. 12:3; 22:15-18; Heb. 11:10; Rev. 7:17; 21:1-4.)
33 Sí, ¡qué grandiosa conclusión para las Escrituras inspiradas! ¡Cuán maravillosas son estas “cosas que tienen que suceder dentro de poco”! (Rev. 1:1.) Se santifica el nombre de Jehová, “el Dios de las expresiones inspiradas de los profetas” (22:6). ¡Se muestra el cumplimiento de los escritos proféticos de 16 siglos y se recompensan las obras de fe de miles de años! Se da muerte a “la serpiente original”, les sobreviene la destrucción a sus huestes y deja de existir la iniquidad (12:9). El Reino de Dios gobierna como “un nuevo cielo” para Su alabanza. Las bendiciones de una Tierra restaurada, llenada y sojuzgada conforme al propósito que Jehová declaró en el primer capítulo de la Biblia, se extienden por una gloriosa eternidad ante el género humano. (Gén. 1:28.) Toda Escritura verdaderamente ha resultado ser “inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia”. Jehová ha usado las Escrituras para guiar a hombres de fe completamente competentes y equipados hasta este maravilloso día. Por lo tanto, ahora es el tiempo de estudiar estas Escrituras para fortalecer su fe. Obedezca sus mandatos para recibir la bendición de Dios. Siga las Escrituras en el camino recto que lleva a la vida eterna. Por hacerlo, usted también podrá decir, con la confianza segura con que el último libro de la Biblia concluye: “¡Amén! Ven, Señor Jesús”. (2 Tim. 3:16; Rev. 22:20.)
34 ¡Qué gozo incomparable podemos tener ahora por aclamar “el reino de nuestro Señor y de su Cristo”, la Descendencia, pues este trae santificación eterna al sin igual nombre de “Jehová Dios, el Todopoderoso”! (Rev. 11:15, 17.)
Nuestros lectores quieren saber
¿Dónde se librará la batalla de Armagedón?
El Armagedón no ocurrirá en ningún lugar específico de la Tierra, sino que todo el planeta será el campo de batalla. ¿Por qué? Debido a que los dos bandos opuestos son tan grandes que no caben en un solo lugar.
Armagedón, o Har–Magedón, también es conocido como “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”. Jehová Dios utilizará a su Hijo Jesucristo para reunir a un ejército angélico que peleará contra las fuerzas combinadas de todos los gobernantes malvados de la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 16:14; 19:11-16).
Las fuerzas satánicas atraerán de alguna forma a las naciones para que participen en esta guerra. La Biblia habla de “expresiones inspiradas por demonios” que salen “a los reyes [gobernantes] de toda la tierra habitada, para reunirlos […] en el lugar que en hebreo se llama Har–Magedón” (Revelación 16:14-16).
Ningún otro libro bíblico ha intrigado a tantos lectores de la Biblia como Apocalipsis. Muchos que lo interpretan al pie de la letra han señalado la ubicación donde creen que estallará la guerra y observan con nerviosismo los acontecimientos en esa región. La idea de que Armagedón se refiere a un lugar preciso se halla en el más antiguo comentario griego de Apocalipsis que existe, el cual fue escrito por Ecumenio en el siglo VI de nuestra era.
Haciéndose eco de una opinión popular entre el clero fundamentalista, John F. Walvoord, ex presidente del Seminario Teológico de Dallas (EE.UU.), dice que el Armagedón es “la guerra suicida final de una desesperada confrontación mundial en torno al Medio Oriente”. Walvoord señala que el centro de este gran conflicto futuro estará en “‘el Monte de Meguido,’ una montaña pequeña ubicada en el norte de Israel al final de un amplio valle”.
Sin embargo, el libro de Apocalipsis no es un mapa para llegar a un lugar literal llamado Armagedón. Su introducción indica que el relato se presenta “en señales” (Revelación 1:1). Hace mucho, los testigos de Jehová explicaron lo siguiente en su publicación Studies in the Scriptures (Estudios de las Escrituras): “No debemos esperar que las personas se reúnan literalmente en la montaña de Meguidó”.
Lo que ocurrió en el Meguidó del pasado nos da una idea de la situación en la que se hallarán los enemigos de Dios: no tendrán escapatoria. Por lo tanto, en el Armagedón, Dios se asegurará de acabar con toda la corrupción y la maldad que existen en el mundo (Revelación 21:8).
Quienes aman a Jehová Dios y a su Hijo Jesucristo no tienen razón para temer el Armagedón. Dios librará esta batalla únicamente contra los seres humanos a quienes él juzgue como malvados incorregibles. Será una guerra de destrucción selectiva. “Jehová sabe librar de la prueba a personas de devoción piadosa”, asegura la Biblia (2 Pedro 2:9). Además, en Salmo 37:34 encontramos esta alentadora promesa: “Espera en Jehová y guarda su camino, y él te ensalzará para tomar posesión de la tierra. Cuando los inicuos sean cortados, tú lo verás”.
Interesante information pero me quedo con la temprana segun Los escritos griegos hablan del presente en su era. la era del Mesias porque Cuando Mesias hablaba les hablaba a su generation que todo eso machos de ellos lo Ivan a experimentar y Otros estarian muertos fisicamrnte
De acuerdo totalmente
De acuerdo totalmente
Me encontré tu estudio o comentario y me pareció muy bueno, gracias por el esfuerzo, quien eres y como puedo contactarte, mis saludos. crisjaragon@yahoo.com
MARIA LARA 19 de agosto 2018
Me
parece maravilloso este libro y muy veraz, comprobación tanto espiritual como científicamente, DIOS ES REAL, tanto como el aire que respiro cada día, y mi existir . ESTE SEÑOR TAN , PERO TAN BUENO y nos ama tanto que nos dejó estas profecías para que nos preparemos, y no nos perdamos. GRACIAS SEÑOR.